Por qué comemos lo que comemos: obstáculos al cambio de hábitos alimentarios y de estilo de vida
Última actualización : 03 August 2004Cabría suponer que los múltiples factores que influyen en el comportamiento alimentario brindan oportunidades igualmente numerosas de intervenir en las elecciones alimentarias de los individuos y de mejorarlas. Sin embargo, un análisis más detenido revela la existencia de barreras que dificultan el cambio de hábitos alimentarios y de estilo de vida. Estas barreras, así como sus posibles soluciones, constituyen el objeto de este artículo.
Incitar a cambiar de hábitos alimentarios
Una de las razones que lleva a las personas a cambiar sus hábitos alimentarios, es que sientan dicha necesidad (1). Sin embargo, solemos tener una visión deformada de nuestro propio comportamiento, lo que nos lleva a pensar que los mensajes sobre una alimentación sana van dirigidos a personas más vulnerables que nosotros (2). Este fenómeno de "parcialidad optimista" tiene consecuencias prácticas considerables para la salud y para la promoción del cambio alimentación, ya que el hecho de que los individuos no sean conscientes de su comportamiento, va asociado a una falta de motivación para llevar a cabo este cambio. Más información sobre la manera en la que las personas comparan sus respectivos hábitos alimentarios ayudará a comprender mejor el consumo de alimentos y los factores que lo determinan, y aportará ideas para mejorar las acciones educativas en materia de nutrición (3).
Cómo realizar el cambio de hábitos alimentarios y de estilo de vida?
Una vez reconocida la necesidad del cambio, una de las principales barreras a la hora de llevar un régimen alimentario más saludable son las preferencias personales. La mayoría de las personas, asocia la dieta sana a una dieta monótona, insípida e insuficiente. Una de las excusas más habituales para no seguir los consejos nutricionales es la falta de tiempo, especialmente entre los jóvenes y las personas con estudios superiores. Asimismo, el rechazo a prescindir de los alimentos favoritos y la falta de voluntad forman parte de las reticencias alegadas.
A la mayor parte de la población le resulta muy difícil aumentar el consumo de frutas y verduras, a pesar de sus reconocidas cualidades beneficiosas. La puesta en práctica de los cambios recomendados se ve dificultada por problemas de orden práctico como el precio de estos alimentos, su preparación y la imposibilidad de encontrarlos en el lugar de trabajo (4). Una de las soluciones propuestas consiste en informar sobre cómo sustituir los productos que se compran habitualmente por frutas y verduras, sin que ello conlleve mayores gastos ni más esfuerzo (5). Acciones por parte del gobierno, las autoridades sanitarias y los productores y vendedores fomentando el consumo de frutas y verduras y resaltando la buena relación calidad-precio de estos productos, contribuirían a facilitar el cambio alimentario (6).
Los consumidores, por su parte, no creen que la falta de información sobre la importancia de una alimentación sana pueda considerarse una de las principales barreras para el cambio de hábitos alimentarios, aunque de hecho lo sea (7). Por otra parte, a los consumidores les cuesta entender las etiquetas de los productos o calcular qué cantidad representa una porción y no saben cómo equilibrar su dieta. Por estos motivos, las iniciativas educativas en el campo de la nutrición pueden contribuir a que los consumidores sean capaces de tomar decisiones con conocimiento de causa.
La creación de un entorno que permita la elección de estilos de vida más saludables es especialmente relevante para las personas que viven en zonas con instalaciones de recreo insuficientes o demasiado caras, o en lugares donde pueda resultar peligroso pasear, correr o montar en bicicleta. Será preciso que los gobiernos, los entes locales y las autoridades sanitarias establezcan acuerdos para crear entornos que faciliten estos cambios y se adecuen a los mensajes relacionados con la alimentación y las iniciativas educativas.
Mantener el cambio de dieta
Incluso las personas más motivadas, que han adoptado una dieta equilibrada debido a problemas de salud, vuelven a sus antiguos hábitos a causa de las dificultades con las que se encuentran. Ya que la familia y los amigos pueden ayudar a realizar y mantener este cambio de régimen alimentario, el hecho de adoptar estrategias alimentarias aceptadas por ellos puede resultar beneficioso para la persona interesada, y al mismo tiempo tener un efecto positivo sobre los hábitos alimentarios de los demás (4). Por otro lado, las terapias de comportamiento brindan a las personas herramientas para ayudarlas a no saltarse la dieta.
No es fácil cambiar de hábitos alimentarios porque implica alterar costumbres que se han ido estableciendo a lo largo de los años. Mantener este cambio de comportamiento es aun más difícil y requiere motivación, control sobre nuestro comportamiento y apoyo social. La psicología social ofrece modelos teóricos y herramientas que permiten entender mejor el proceso por el que las personas toman decisiones en lo que respecta a su salud, y pueden ser útiles para programar intervenciones en este ámbito. Food Today dedicará próximamente un artículo a esta cuestión.
Referencias
- Kearney M, et al. (1997). Perceived need to alter eating habits among representative samples of adults from all member states of the European Union. European Journal of Clinical Nutrition 51:S30-5.
- Shepherd R (1999). Social determinants of food choice. Proceedings of the Nutrition Society 58:807-812.
- Oenema A & Brug J (2003). Exploring the occurrence and nature of comparison of one's own perceived dietary fat intake to that of self-selected others. Appetite 41(3):259-264.
- Anderson AS, et al. (1998). Take Five, a nutrition education intervention to increase fruit and vegetable intakes: impact on attitudes towards dietary change. British Journal of Nutrition 80:133-140.
- Dibsdall LA, et al. (2003). Low-income consumers' attitudes and behaviour towards access, availability and motivation to eat fruits and vegetables. Public Health Nutrition 6(2):159-168.
- Cox DN, et al. (1998). UK consumer attitudes, beliefs and barriers to increasing fruit and vegetable consumption. Public Health Nutrition 1:61-68.
- Lappalainen R, et al. (1997). Difficulties in trying to eat healthier: descriptive analysis of perceived barriers for healthy eating. European Journal of Clinical Nutrition 51:S36-40.