Obesidad: definición, causas y estrategias de prevención
Última actualización : 27 March 2025La obesidad es una enfermedad multifactorial, crónica, recurrente y no transmisible, caracterizada por una acumulación anormal y/o excesiva de grasa corporal que supone un riesgo para la salud. Es bien sabido que la obesidad actúa como un puente hacia una serie de otras enfermedades transmisibles y no transmisibles. Este artículo profundiza en las causas de la obesidad y analiza las estrategias de prevención.
¿Qué es la obesidad? ¿Es la obesidad una enfermedad?
La obesidad es una enfermedad crónica y multifactorial que se caracteriza por una acumulación excesiva o anormal de tejido adiposo (grasa corporal) que plantea importantes riesgos para la salud. El desarrollo de la obesidad está influenciado por una compleja interacción de factores genéticos, fisiológicos, ambientales y conductuales. A diferencia de las afecciones definidas únicamente por síntomas visibles o mediciones específicas, la obesidad implica interacciones complejas entre varios factores, incluidos la genética, la fisiología y el medio ambiente.1
Para ayudar a las personas a determinar cuál es su peso ideal, a menudo se utiliza una medida simple de la relación entre el peso y la altura llamada Índice de Masa Corporal (IMC). El IMC es una medida útil, comúnmente aplicada por médicos y otros profesionales de la salud para determinar la prevalencia de bajo peso, sobrepeso y obesidad. Se define como el peso en kilogramos dividido por el cuadrado de la altura en metros (kg/m2). Por lo general, un IMC entre 18,5 y 24,9 se considera "saludable"; una persona con un IMC de 25 a 29,9 se considera con sobrepeso, y alguien con un IMC de 30 o más se considera con obesidad. Para niños y adolescentes (mayores de 18 años), mujeres embarazadas y personas de ascendencia asiática, china, del Medio Oriente, afrocaribeña o afrodescendiente, existen diferentes puntos de corte.1
Sin embargo, aunque el IMC se ha utilizado como una herramienta sencilla para detectar el bajo peso, el sobrepeso y la obesidad en adultos, tiene numerosas limitaciones. No tiene en cuenta plenamente la distribución de la grasa corporal ni sus implicaciones para la salud. Por ejemplo, el exceso de grasa visceral, que se acumula alrededor de los órganos internos, se asocia particularmente con efectos negativos para la salud. Comprender la obesidad requiere una visión matizada que vaya más allá de medidas simples como el IMC, considerando la naturaleza multifactorial de la afección y sus implicaciones más amplias para la salud y el bienestar. La Asociación Europea para el Estudio de la Obesidad (EASO, por sus siglas en inglés) recomienda el uso del IMC junto con una relación cintura-altura de 0,5 o más y un déficit o complicación médica, funcional o psicológica, para diagnosticar la obesidad.2
El debate sobre la clasificación de la obesidad como enfermedad ha sido históricamente complejo, ya que no existe una definición única y compartida de lo que es una enfermedad. Sin embargo, la clasificación de la obesidad como enfermedad está respaldada por las principales autoridades sanitarias, como la Asociación Médica Americana y la Organización Mundial de la Salud (OMS). Esta clasificación refleja las graves implicaciones para la salud de la obesidad, incluido el aumento del riesgo de morbilidad y mortalidad, y subraya la necesidad de enfoques integrales para la prevención y el tratamiento.3
La obesidad tiene muchas causas interconectadas, como la genética, el medio ambiente y el comportamiento, y es esencial comprender estos factores para una prevención y un tratamiento eficaces. Reconocer la obesidad como una enfermedad nos permite enfocarnos mejor en estrategias efectivas de prevención y tratamiento, mejorar los esfuerzos de investigación, mejorar la promoción de la salud y la cobertura de seguros. Este enfoque promueve una actitud social más comprensiva y de apoyo hacia las personas que viven con obesidad. Fomenta la adopción de estrategias de tratamiento holísticas y basadas en la evidencia que aborden toda la gama de impactos de la obesidad, en lugar de centrarse únicamente en las intervenciones médicas. Hacer hincapié en un enfoque integral y compasivo garantiza que las personas reciban el apoyo que necesitan para alcanzar sus objetivos de salud y mejorar su bienestar.
¿Cuál es la diferencia entre obesidad y sobrepeso?
La herramienta más común para distinguir entre obesidad y sobrepeso es el IMC. En el caso de los adultos, la OMS define el sobrepeso como un IMC entre 25 y 29,9 kg/m², mientras que la obesidad se define como un IMC igual o superior a 30 kg/m².1
Aunque ambas afecciones aumentan el riesgo de problemas de salud, la gravedad y la variedad son mucho mayores en las personas con obesidad. Por ejemplo, la acumulación de grasa visceral es más común en las personas con obesidad y está fuertemente asociada con resultados negativos para la salud.1
Sin embargo, como se mencionó anteriormente, comprender la obesidad requiere una visión más matizada que vaya más allá de simplemente medir el IMC, teniendo en cuenta la naturaleza multifactorial de la afección y sus amplias implicaciones para la salud y el bienestar.
¿Cuáles son las causas de la obesidad?
La obesidad es una enfermedad compleja con múltiples causas. La obesidad y el sobrepeso son el resultado de un desequilibrio entre la ingesta de energía (dieta) y el gasto energético (actividad física y sedentarismo), con el exceso de calorías almacenadas en el cuerpo como tejido adiposo. Sin embargo, las causas de la obesidad son mucho más complejas que la simple combinación de una dieta poco saludable y la inactividad física. Es causada por la interacción entre factores biológicos, genéticos, sociales, psicológicos, políticos y ambientales.4
Las dietas ricas en grasas y altas en energía y los estilos de vida sedentarios son los dos factores más estrechamente asociados con el aumento de la prevalencia de la obesidad a nivel mundial.5 Nuestro entorno es uno de los componentes clave en la promoción del sobrepeso y la obesidad incrementando estos dos factores de riesgo. Por ejemplo, el entorno determina si hay alimentos saludables disponibles a precios asequibles y si hay oportunidades para que las personas realicen actividad física en su vida diaria. Las personas que viven en áreas urbanas con acceso limitado a parques e instalaciones recreativas pueden tener dificultades para hacer ejercicio regularmente, lo que contribuye a un mayor riesgo de obesidad. Del mismo modo, en áreas donde la comida rápida es más accesible y asequible que los productos frescos, las personas son más propensas a consumir alimentos poco saludables y densos en energía, lo que puede provocar aumento de peso y obesidad con el tiempo.
La genética o las condiciones de salud subyacentes también pueden ser una causa de obesidad para algunas personas. Los genes afectan la forma en que el cuerpo usa y almacena la grasa. Sin embargo, se considera que el papel de los genes es reducido en comparación con los factores ambientales. Ciertas afecciones médicas (por ejemplo, hipotiroidismo) y medicamentos (por ejemplo, ciertos medicamentos para la presión arterial alta, la diabetes o afecciones de salud mental) también pueden fomentar el aumento de peso.6
¿Qué alimentos causan obesidad?
No existe un único alimento responsable de la obesidad. La obesidad es el resultado de una compleja interacción entre diferentes hábitos dietéticos, factores genéticos y elecciones de estilo de vida.4 Aunque los alimentos ricos en calorías, grasas y azúcar pueden contribuir al aumento de peso, son los hábitos alimenticios generales y el equilibrio energético los que juegan un papel importante en la obesidad. Si bien los medios de comunicación a menudo señalan con el dedo a los carbohidratos o las grasas como responsables de la epidemia de obesidad, la evidencia científica apunta a un desequilibrio calórico general (es decir, consumir regularmente más energía de la que se quema con el tiempo) como la causa del aumento de peso.7
Deben evitarse las dietas milagro que restringen severamente las calorías o excluyen grupos enteros de alimentos, ya que a menudo carecen de nutrientes importantes y/o son difíciles de mantener a largo plazo. Tampoco promueven hábitos alimentarios saludables o equilibrados y pueden provocar el llamado efecto yo-yo (el ciclo de pérdida y aumento de peso debido a la alternancia de dietas y atracones). Este efecto yo-yo puede ser perjudicial para la salud física y mental a largo plazo.
Cuando se trata de perder peso, es importante establecer metas realistas. Incluso una pérdida de peso modesta del 10% del peso inicial puede aportar importantes beneficios para la salud.8 Este enfoque es más sostenible y beneficioso para la salud a largo plazo que las medidas dietéticas drásticas.
¿La obesidad es genética?
La genética puede desempeñar un papel en el desarrollo de la obesidad. Las investigaciones muestran que la herencia de la obesidad oscila entre el 40% y el 75%.9 Además, los científicos han identificado hasta 500 genes relacionados con la obesidad en los seres humanos. Ciertos genes asociados con la obesidad pueden afectar la forma en que el cuerpo almacena la grasa, metaboliza los nutrientes, regula la sensación de saciedad y más.10 Estos genes también pueden influir en los niveles de hambre, los antojos de alimentos y la tendencia a comer para controlar el estrés. Aunque existe una fuerte evidencia de que los genes están relacionados con la obesidad, se considera que el papel de la genética es menor en comparación con los factores ambientales, como la dieta, la actividad física y los factores sociales. Esto significa que lo que comes y lo activo que eres tiene mayor influencia en la obesidad que solo tus genes.11
Algunas mediciones de la obesidad, como el IMC, la relación cintura-cadera y el grosor de los pliegues cutáneos, muestran una alta tasa de heredabilidad. Sin embargo, el rápido aumento de los niveles de obesidad en lasúltimas décadas sugiere que los genes por sí solos no determinan la obesidad. Este aumento ocurrió demasiado rápido para ser explicado únicamente por la genética.12
¿Es la obesidad un factor de riesgo potencial para ciertas condiciones de salud?
El sobrepeso y la obesidad se encuentran entre los principales factores de riesgo para el desarrollo de numerosas enfermedades no transmisibles (ENT) y se asocian con un aumento de la mortalidad precoz. Las personas con sobrepeso y obesidad también enfrentan prejuicios, estigmas, discriminación y dificultades para acceder a una atención médica empática y basada en evidencia.
Algunas condiciones médicas asociadas con la obesidad incluyen:1
- Enfermedades cardiovasculares, como accidente cerebrovascular, cardiopatía isquémica, insuficiencia cardíaca, cardiopatía hipertensiva, dislipidemia (niveles anormales de lípidos en sangre) e hipertensión.
- Enfermedades respiratorias crónicas, como la enfermedad pulmonar obstructiva crónica, la apnea obstructiva del sueño y el asma.
- Cánceres, como el de mama, colorrectal, vesícula biliar, estómago, riñón, hígado, páncreas, útero, ovario, esófago, tiroides, así como mieloma múltiple y meningioma.
- Enfermedad renal crónica.
- Problemas de salud mental, como la depresión.
- Complicaciones musculoesqueléticas, como dolor de espalda y osteoartritis.
- Enfermedad del hígado graso no alcohólico.
- Diabetes tipo 2.

Fig. 1 – Condiciones médicas asociadas con la obesidad.1
El exceso de peso corporal y su distribución juegan un papel importante en la determinación de los riesgos para la salud. La grasa visceral, el tipo de grasa que se encuentra en lo profundo del abdomen entre nuestros órganos, se ha relacionado con varias afecciones de salud, como la diabetes tipo 2, las enfermedades cardíacas y ciertos tipos de cáncer. La grasa visceral es más común en personas con una composición corporal en forma de "manzana", es decir, personas con más grasa en la zona abdominal. La grasa subcutánea, el tipo de grasa que se encuentra justo debajo de la piel, como alrededor de las caderas y los muslos, pero que también podría estar en el área abdominal, es menos peligrosa, pero aún contribuye a problemas de salud si está presente en grandes cantidades.
Las personas con sobrepeso y obesidad a menudo experimentan desnutrición, lo que puede parecer contradictorio dado que la ingesta excesiva de calorías se asocia con la obesidad.13 Sin embargo, esta paradoja a menudo se debe al consumo de alimentos con una alta densidad energética pero baja densidad nutricional, desprovistos de nutrientes esenciales como vitaminas y minerales. La deficiencia de vitaminas y minerales puede afectar la función inmunológica, la salud ósea y la salud cardiovascular, aumentando el riesgo de infecciones, osteoporosis y enfermedades cardíacas.14
Diabetes tipo 2
El riesgo de desarrollar diabetes tipo 2 aumenta con el aumento del IMC, incluso si el IMC está por debajo del límite de la obesidad (IMC de 30). Las personas con obesidad tienen entre siete y doce veces más probabilidadesde desarrollar diabetes tipo 2 que las personas con un peso saludable.16
La obesidad aumenta el riesgo de desarrollar resistencia a la insulina, cuando las células del cuerpo se vuelven menos sensibles a esta hormona que regula los niveles de azúcar en la sangre. Esto obliga al páncreas a producir más insulina, pero con el tiempo no puede seguir el ritmo, lo que resulta en niveles altos de azúcar en la sangre. Además, la obesidad causa inflamación crónica porque el exceso de tejido adiposo libera sustancias que promueven la inflamación, lo que interfiere aún más con la eficacia de la insulina.17
Los desequilibrios hormonales también influyen. Por ejemplo, la obesidad a menudo conduce a niveles más altos de leptina, una hormona que reduce el apetito, pero también causa resistencia a la leptina, lo que la hace menos efectiva. Los niveles más bajos de adiponectina, una hormona que aumenta la sensibilidad a la insulina, son comunes en las personas con obesidad. Estos desequilibrios hormonales contribuyen a la resistencia a la insulina, un factor clave en el desarrollo de la diabetes tipo 2. La resistencia a la leptina puede provocar un aumento de la ingesta de alimentos y un mayor aumento de peso, mientras que los niveles bajos de adiponectina reducen la capacidad del cuerpo para controlar los niveles de glucosa en sangre, lo que agrava el riesgo de desarrollar diabetes tipo 2.
El exceso de grasa puede acumularse en órganos como el hígado y los músculos, donde no debería estar, perjudicando su función y aumentando la resistencia a la insulina.19 Finalmente, las células beta del páncreas, que producen insulina, pueden sufrir daños debido a la alta demanda constante y la exposición a altos niveles de ácidos grasos e inflamación, lo que lleva a una reducción en la producción de insulina.20
Enfermedades cardiovasculares
La obesidad aumenta el riesgo de varios factores de riesgo cardiovascular, como la presión arterial alta, los triglicéridos (grasas en la sangre) y el colesterol de baja densidad (LDL). Por ejemplo, las mujeres con obesidad tienen aproximadamente tres veces más probabilidades de sufrir un ataque cardíaco que aquellas con un peso saludable.22 El exceso de grasa corporal, particularmente alrededor del abdomen, conduce a niveles más altos de triglicéridos y colesterol LDL, comúnmente conocido como "colesterol malo". Estos factores contribuyen al desarrollo de la aterosclerosis, en la que las arterias se estrechan y endurecen debido a la acumulación de placa, lo que aumenta el riesgo de ataque cardíaco y accidente cerebrovascular.23
Alrededor del 30-65% de los casos de hipertensión en los países occidentales se atribuyen a la obesidad. Por cada 10 kg de aumento de peso, la presión arterial puede aumentar en 2-3 mm Hg. Esto significa que incluso un aumento de peso moderado puede aumentar la presión arterial a valores poco saludables, lo que aumenta el riesgo de enfermedades cardíacas y accidentes cerebrovasculares. Por el contrario, perder peso ayuda a reducir la presión. En general, una reducción del 1% en el peso puede reducir la presión arterial en 1-2 mm Hg.25
Cáncer
El sobrepeso y la obesidad están relacionados con un mayor riesgo de varios tipos de cáncer, especialmente los cánceres gastrointestinales y dependientes de hormonas.1 Los mecanismos que subyacen a este aumento del riesgo son multifactoriales. En primer lugar, el exceso de tejido graso causa inflamación crónica, que puede dañar el ADN y promover el crecimiento del cáncer. La obesidad también conduce a desequilibrios hormonales, como niveles más altos de insulina y estrógeno, que aumentan el riesgo de cánceres como el cáncer de mama y el cáncer de endometrio.26 El tejido adiposo libera sustancias como la leptina, que estimula el crecimiento celular, y tiene niveles más bajos de adiponectina, que combate la inflamación.
Además, la obesidad aumenta el estrés oxidativo y debilita el sistema inmunológico, lo que dificulta la lucha contra el cáncer. 27 Estos factores contribuyen a un mayor riesgo de 13 tipos de cáncer, incluyendo el cáncer de colon, de mama (posmenopáusico) y de páncreas.28
Osteoartritis
El impacto más significativo de la obesidad en el sistema musculoesquelético se asocia con la osteoartritis, una afección que causa dolor en las articulaciones, rigidez y reducción de la capacidad de movimiento, lo que afecta significativamente la calidad de vida.29
Las enfermedades degenerativas de las articulaciones que soportan peso, como la rodilla, son complicaciones comunes del sobrepeso y la obesidad. En general, se cree que la causa es el daño mecánico de las articulaciones resultante del exceso de peso.29 El dolor lumbar también es más común en las personas con obesidad y puede ser un factor importante en el ausentismo laboral relacionado con la obesidad.30
Asma
La obesidad está estrechamente relacionada con un mayor riesgo de asma debido a varios mecanismos interconectados. La inflamación crónica de bajo grado causada por el exceso de tejido graso conduce a niveles más altos de sustancias que pueden empeorar la inflamación y la sensibilidad de las vías respiratorias, que son características clave del asma.31
Además, el impacto mecánico del exceso de peso, particularmente en el área abdominal, puede reducir el volumen pulmonar y aumentar el trabajo de la respiración, empeorando los síntomas del asma. Los desequilibrios hormonales, como los niveles elevados de leptina y los niveles reducidos de adiponectina, contribuyen aún más a la inflamación de las vías respiratorias. Las alteraciones metabólicas comunes en la obesidad, incluida la resistencia a la insulina, también desempeñan un papel en el agravamiento del asma a través del aumento del estrés oxidativo y la inflamación.
¿Las personas con sobrepeso se pueden quedar embarazadas?
Las personas con sobrepeso se pueden quedar embarazadas, pero hay consideraciones importantes a tener en cuenta. La obesidad puede afectar la fertilidad al causar desequilibrios hormonales, que pueden interrumpir el ciclo menstrual y la ovulación. También puede aumentar el riesgo de complicaciones durante el embarazo y el parto, como diabetes gestacional, preeclampsia y la necesidad de un parto por cesárea.32
Además, el exceso de peso corporal puede afectar las tasas de éxito de los tratamientos de fertilidad, como la fertilización in vitro (FIV). La OMS hace hincapié en que mantener un peso saludable mediante una nutrición equilibrada y la actividad física es crucial para mejorar la salud reproductiva y los resultados.33
¿Cómo se puede prevenir la obesidad?
La obesidad y las enfermedades no transmisibles relacionadas pueden prevenirse y controlarse mediante medidas individuales y sociales.34 Para las personas, adoptar hábitos saludables a lo largo de la vida es crucial. Esto incluye un control de peso adecuado durante el embarazo, lactancia materna exclusiva durante los primeros seis meses y lactancia materna continua hasta los 24 meses o más. Además, es importante alentar a los niños a desarrollar hábitos alimentarios saludables, mantenerse físicamente activos, reducir el tiempo frente a la pantalla y otros comportamientos sedentarios, y mantener una buena higiene del sueño, independientemente de su peso actual. Para los adultos, es esencial elegir un estilo de vida saludable, como llevar una dieta equilibrada, mantenerse físicamente activo, garantizar un sueño adecuado y evitar el tabaco y el consumo de alcohol en exceso. Reducir la ingesta total de grasas y azúcares y aumentar el consumo de frutas, verduras, legumbres, cereales integrales y frutos secos favorece la salud y bienestar general.6
Los profesionales de la salud desempeñan un papel clave en la prevención de la obesidad al evaluar el peso y la estatura de los pacientes, brindar consejos sobre dietas y estilos de vida saludables, y ofrecer servicios integrados de prevención y control de la obesidad.35 Esto incluye asesoramiento sobre dieta, actividad física y medidas médicas o quirúrgicas cuando sea necesario. También es importante controlar otros factores de riesgo de las enfermedades no transmisibles, como los niveles de azúcar y lípidos en sangre, la presión arterial, y evaluar las comorbilidades y discapacidades, incluidas las enfermedades mentales.
La lucha contra la obesidad requiere un enfoque multisectorial. Las políticas y acciones para la producción, comercialización y fijación de precios de los alimentos deben centrarse en la creación de entornos alimentarios saludables, haciendo que las opciones nutricionales estén más disponibles, sean más accesibles y deseables.
La industria alimentaria, los responsables de la formulación de políticas y otros agentes del sistema alimentario pueden contribuir significativamente a la promoción de dietas saludables reduciendo el contenido de grasa, azúcar y sal de los alimentos procesados, garantizando que todas los consumidores dispongan de opciones saludables y nutritivas y sean accesibles para todos los consumidores, limitando la publicidad de alimentos poco saludables, especialmente para niños y adolescentes y apoyando el ejercicio físico regular en el lugar de trabajo.
Las respuestas del sector de la salud deben diseñarse para identificar los riesgos, prevenir, tratar y controlar la obesidad, integrando estos esfuerzos en estrategias más amplias para las enfermedades no transmisibles y fortaleciendo los sistemas de salud a través de un enfoque de atención primaria.

Fig. 2 – Consejos para prevenir el sobrepeso y la obesidad a lo largo de la vida.
Resumen
La obesidad se caracteriza por una acumulación excesiva de grasa, lo que supone importantes riesgos para la salud. Estos riesgos están relacionados con factores genéticos, hábitos alimentarios y estilos de vida sedentarios. Es importante abordar estos factores de riesgo a través de dietas equilibradas, actividad física e intervenciones sociales para mitigar sus cargas sobre la salud y la economía. Es crucial enfatizar que ninguna intervención por sí sola puede detener el aumento de la epidemia de obesidad y que se necesita un enfoque multisectorial.
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