El papel de los edulcorantes bajos en calorias

Última actualización : 07 June 2012
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    Los índices de obesidad no dejan de aumentar, y en ese contexto se ha propuesto que los edulcorantes bajos en calorías pueden resultar útiles para controlar el peso. Dado que proporcionan un sabor dulce, pero sin calorías, los edulcorantes bajos en calorías pueden constituir una manera sabrosa de reducir el aporte energético en la dieta. De este modo puede ayudar a la gente a lograr y mantener un peso corporal saludable en combinación con una alimentación equilibrada y un estilo de vida sano.

    La obesidad en el mundo

    En 2008, más de 500 millones de adultos en todo el mundo padecían obesidad, cifra que duplica el número de personas afectadas por la obesidad registrado en 19801. Se trata de una tendencia en auge en todo el mundo, que está llevando a un marcado aumento de los problemas de salud relacionados con la alimentación y con el estilo de vida. El exceso de grasa corporal se asocia a la presión arterial elevada, a niveles más altos de colesterol y a la resistencia insulínica. Además, incrementa el riesgo de padecer enfermedades coronarias, apoplejía, diabetes mellitus de tipo 2 y determinados tipos de cáncer1.

    A medida que los índices de obesidad siguen aumentando, se requieren estrategias con las que ayudar a los individuos a conseguir y mantener un peso corporal saludable. Desde un punto de vista nutricional, una de las posibles maneras de ayudar a la gente a controlar su peso corporal consiste en sustituir el azúcar por edulcorantes bajos en calorías.

    Controlar el peso mediante edulcorantes bajos en calorías

    Se pierde peso cuando la energía consumida a través de los alimentos y las bebidas es inferior a la energía que "se quema" (la energía que se gasta). Sustituir los azúcares (es decir, sacarosa, glucosa, jarabe de glucosa y fructosa) por edulcorantes bajos en calorías es una forma de reducir el aporte energético de la dieta a la par que se mantiene el sabor (la “palatabilidad”) de los alimentos y de las bebidas; se ha demostrado que reduce la ingesta de energía y que contribuye a la pérdida de peso2–4.

    En una evaluación de 16 estudios clínicos controlados aleatorizados que se llevó a cabo, se observó que el consumo de aspartamo, un edulcorante bajo en calorías, en lugar de azúcar, producía una reducción del 10% de la ingesta energética total2. Conforme a los cálculos de los autores de dicha evaluación, eso podría equivaler a un ritmo de pérdida de peso de unos 0,2 kg a la semana en un adulto de 75 kg de peso. Es razonable suponer que este nivel de pérdida de peso podría observarse también en personas con sobrepeso y obesidad. En un estudio teórico llevado a cabo recientemente en los Países Bajos, se constató asimismo que el uso de edulcorantes bajos en calorías en vez del azúcar añadido a los refrescos bicarbonatados podría reducir el índice de masa corporal (IMC) en una población de adultos jóvenes sanos5. No obstante, se necesitan más pruebas para confirmar si estamos ante una verdadera relación causa-efecto, ya que los resultados se han basado en suposiciones acerca del nivel de consumo de azúcar por parte de la población.

    Hay una desventaja asociada al empleo de edulcorantes bajos en calorías con el fin de perder peso, y consiste en que la gente tiende a compensar la reducción en la cantidad de calorías aumentando su ingesta energética mediante el consumo de otros alimentos y bebidas2. Sin embargo, parece que con una motivación suficiente se puede anular ese efecto: las personas que están decididas a seguir un régimen para perder peso son capaces de usar satisfactoriamente los edulcorantes bajos en calorías como parte de un estilo de vida saludable con vistas a conseguir una pérdida de peso duradera y a mantener su peso bajo control6.

    El efecto de los edulcorantes bajos en calorías sobre el apetito

    Pese a las evidencias obtenidas, la posibilidad de que los edulcorantes bajos en calorías “engorden” más que el azúcar sigue siendo motivo de preocupación. En los primeros estudios que se realizaron se vió que los edulcorantes bajos en calorías, empleados en productos que no aportaban energía, tales como los refrescos, podían incrementar el apetito, pero en estudios posteriores no se ha observado que exista ese vínculo7. Además, en la bibliografía publicada no hay evidencias que respalden los mecanismos fisiológicos mediante los que los edulcorantes incrementarían la ingesta energética.

    Por otro lado, los edulcorantes bajos en calorías no eliminan el apetito y, por lo tanto, no constituyen una solución “mágica” al problema de la obesidad. En vez de ser percibidos como una solución “mágica”, deberían ser considerados como una herramienta más para la pérdida de peso dentro de una alimentación equilibrada y un estilo de vida físicamente activo8.

    Uso futuro

    Los datos disponibles parecen mostrar que los edulcorantes bajos en calorías pueden reducir la ingesta de energía y contribuir al control del peso en adultos sanos cuando se emplean como sustitutivos del azúcar en estudios clínicos de intervención realizados con seres humanos. No obstante, hay que recalcar que existen muchos factores que afectan al control del peso corporal. Por lo tanto, toda iniciativa que se lleve a cabo para conseguir y mantener un peso corporal saludable debe formar parte de un estilo de vida sano.

    Más información

    EUFIC Sweeteners

    Referencias

    1. World Health Organization (2011). Global status report on noncommunicable diseases 2010: Description of the global burden of NCDs, their risk factors and determinants.
    2. de la Hunty A et al. (2006). A review of the effectiveness of aspartame in helping with weight control. Nutr Bull 31:115–128.
    3. Wiebe N et al. (2011). A systematic review on the effect of sweeteners on glycemic response and clinically relevant outcomes. BMC Med 9:123.
    4. Tate DF et al. (2012). Replacing caloric beverages with water or diet beverages for weight loss in adults: main results of the Choose Healthy Options Consciously Everyday (CHOICE) randomized clinical trial. Am J Clin Nutr 95(3):555–563.
    5. Hendriksen M et al. (2011). Impact of substituting added sugar in carbonated soft drinks by intense sweeteners in young adults in the Netherlands: example of a benefit-risk approach. Eur J Nutr 50:41–51.
    6. Blackburn G et al. (1997). The effect of aspartame as part of a multidisciplinary weight-control program on short- and long-term control of body weight. Am J Clin Nutr 65:409–418.
    7. Mattes R & Popkin B. (2009). Nonnutritive sweetener consumption in humans: effects on appetite and food intake and their putative mechanisms. Am J Clin Nutr 89(1):1–14.
    8. Bellisle F & Drewnowski A. (2007). Intense sweeteners, energy intake and the control of body weight. Eur J Clin Nutr 61:691–700.